Comida, tragos y consuelo



¿Cómo llegar?

En Metro hasta estación 'Cementerios'. El lugar queda a escasos metros de la estación.

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Más de un siglo ha estado este humilde local consolando a sus parroquianos a base de tragos. La bohemia santiaguina no se entiende sin derramar algún líquido en sus mesas. Poetas, artistas, cantantes y otros personajes de la cultura local han tenido este bar como su centro de reunión. El motivo trasciende su alargada trayectoria y cobra sentido por su cercanía con el cementerio. Un espacio en el que refugiarse tras la perdida. Donde beber para olvidar, o simplemente donde tomar. De las paredes de este mítico lugar cuelgan fotos, poemas y dibujos que trazan la historia olvidada de Santiago. Aquí bebieron y lloraron los escritores Pedro Antonio González, Jaime Quezada, Jorge Teillier o András Pérez en distintos momentos. Se cuenta que en 1925 llegaron a una de sus mesas David Arellano y Clemente Acuña, dos futbolistas disidentes del Club Magallanes. Querían pasar la pena de dejar su equipo. Terminaron fundando el Colo-Colo. 

Ya te advertimos que en este bar se sabe cómo se entra, pero nunca cómo (ni cuándo) se sale.


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Actividades

Conocer este bar-restaurante es conocer un pedazo de la historia de la ciudad. No en vano es uno de los locales más longevos de Santiago (por algo será). Puedes comer por precios más que razonables entre los floreros y marmoleros del cementerio, o directamente, beber para olvidar cualquier mal. En este caso te recomendamos pedir un Paró la chala (pisco, gin y granadina) o un Que en paz descanse (ron, licor de café, con helado de vainilla).

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