Mendoza pasó de ser un desierto a un oasis gracias a unas ingeniosas canalizaciones que permitieron distribuir por la ciudad y su entorno las aguas del deshielo de los Andes y del río Mendoza. Las acequias fueron obra de los Huarpes y todavía hoy recorren muchas calles de la ciudad.
Es típico que entre los meses de noviembre y marzo sople en la zona un fuerte viento llamado Zonda.
En Mendoza se mantiene la tradición de dormir una pequeña siesta tras la comida, motivo por el que muchos comercios permanecen cerrados al medio día.
El Aconcagua es la montaña más alta del continente (6.962 m.) y la segunda más alta del planeta, y se encuentra en la provincia de Mendoza.
Los vinos de Mendoza son mundialmente conocidos, especialmente su Malbec, y suponen una de las principales actividades económicas de la zona.
Mendoza es el centro de las exuberantes viñas que cubren dos tercios de la producción de vinos del país. La ciudad te seduce con sus sabores, aromas y, ante todo, con su arquitectura, que mezcla sutilmente edificios antiguos con modernos. Varios parques tranquilizan la vida urbana y dan un espacio para respirar y descansar. Una ciudad con un ritmo tranquilo e inigualables vistas a Los Andes.