Construida de ladrillos en el siglo XII, Marrakech sigue siendo hoy una ciudad de gran ajetreo entre ciudadanos, vendedores y visitantes. Encanta por ser audaz, contradictoria, extrema y de difícil orientación, aunque precisamente eso es lo que para muchos, su mayor fascinación. La ciudad, y sus dos millones de habitantes, son a la vez africanos y árabes, orientales y occidentales, religiosos y seculares. Aquí está todo parece pensado para perderte, desorientarte, dejarte ir y abrirte a nuevas aventuras.