Tumbas con rostro

En Chauen el reloj no funciona. Es una ciudad contemplativa, de vida tranquila, donde pasear sin rumbo es casi una obligación. Ya has recorrido sus callejuelas, has asimilado el azul de sus paredes y charlado con muchos de sus habitantes, por eso ahora decides salir de los límites urbanos en busca de más emociones. Y una sensación extraña recorre tu cuerpo al encontrarte con el viejo cementerio. Los antiguos sepulcros de los judíos que llegaron hasta este lugar tras su expulsión de la Península Ibérica hace siglos siguen ahí, moldeados por el paso del tiempo.

Te acercas a uno de ellos y tu sangre se congela al descubrir un rostro esculpido en la piedra. Sus ojos, su boca, su cabeza redonda… Estas curiosas lápidas, que son prácticamente únicas en el mundo guardan el alma de sus propietarios.